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Neurology

DEL INTESTINO AL CEREBRO, LA NUEVA RUTA QUE CONOCEN LAS BACTERIAS INTESTINALES

5 years, 5 months ago

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Posted on Nov 23, 2018, 6 a.m.

Se sabe el poder que tienen las bacterias intestinales de mantenernos sanos y fuertes. Sin embargo, existe un estudio que demuestra que dichos organismo tienen la capacidad de llegar al cerebro. Se trata de un tema realmente innovador y que impacta a todo el mundo.

Con el uso de la alta definición de aparatos tecnológicos se pudo realizar el siguiente descubrimiento. Ver como bacterias intestinales recorren un tramo para llegar y habitar células cerebrales. Esto se dio a conocer en la reunión anual de la Society for Neuroscience, por parte de investigadores de la Universidad de Alabama.

A través de un trabajo preliminar los investigadores usaban tejidos de cadáveres, y pudieron encontrar tal efecto. En caso de ser completamente cierto, podemos crear un vínculo estrecho entre el cerebro y los microbios intestinales.

¿Es posible esta relación cerebro – bacterias intestinales?

Lo que sabemos del cerebro es que es un espacio protegido y con un bloqueo parcial, en donde solo la sangre puede llegar. En caso que una bacteria o virus se traslade a través del torrente sanguíneo y llegue al cerebro, podría ocasionar una inflamación mortal.

En el proceso de investigación los expertos sugieren que las bacterias intestinales pueden afectar al cerebro de forma indirecta. Esto a través de un proceso de interrupción de las microbianas intestinales.

En otras palabras, el desarrollo de Parkinson puede generarse si un exceso de producción de proteínas viaja por el nervio que está conectado al cerebro.

¿En que se basó la investigación?

El equipo busca diferencias entre pacientes con esquizofrenia y personas sanas a través de un examen del tejido cerebral. Esto lo realizaron en cadáveres. Courtney Walker, una de las observadoras de la investigación noto elementos que no identificó en forma de varilla. Las imágenes las obtuvo de microscopios electrónicos hace ya unos 5 años atrás.

Sin embargo, este proceso fue descartado por ella quien lo considero irrelevante y fuera de lo que buscaba. A pesar del descarte, Walker pregunto a expertos de UAB y la respuesta final se la dio un bacteriólogo. El especialista le indicó que se trataba de bacterias.

Lo más destacable fueron las investigaciones posteriores encontradas en los cadáveres. Se trata de estas varillas en el cerebro de cadáveres con esquizofrenia y sanos.  

Un estudio con ratones fue el detonante

Tras convertirse en tema muy controversial, los especialistas tuvieron que realizar pruebas en ratones. Estos roedores estaban muertos y completamente sanos. Pasaron por un proceso de conservación para seguir experimentando con la relación cerebro – bacterias intestinales.

El experimento también se realizó en ratones libres de gérmenes y criados para no contener cultivos de vida microbiana. Al aplicarles la secuenciación de ARN encontraron tres filos comunes al intestino:

  1. Bacteroidetes
  2. Firmicutes
  3. Proteobacteria

Se desconoce cómo llegaron a terminar en el cerebro pero se cree que lo hicieron a través de los vasos sanguíneos. Estos pasaron por los nervios del intestino o por la nariz. Sin embargo, no se pudo determinar si eran positivos o negativos, pero no ocasionan inflamación alguna.

 ¿Por qué no se detectan con anterioridad?

Muchos especialistas consideran que este hecho es pasado por alto por desconocimiento del tema. Someter un cerebro postmortem a un estudio con microscopio electrónico no es muy común en todos los casos. El ignorar este procedimiento puede ser crucial en conocer si es posible o no esta conexión cerebro – bacterias intestinales.

Originalmente, el descubrimiento fue casual y se ignoró en primera instancia. Pero de ser completamente certificado este experimento y hay microbiomas en el cerebro entonces el tramo de investigación es largo. No es extraño pensar que en nuestro cerebro pueden habitar cosas.

Por otra parte, demostrar claramente este evento significa que una presencia benigna en nuestro cerebro es rutinaria. Esto permitirá regular la actividad inmunológica del cerebro.

Lo que resulta es que tendríamos una fábrica molecular en el cerebro que es capaz de saciar sus propias necesidades. Sin embargo, hablamos de muchos años mas de investigaciones para demostrarlo, lo que supone una serie de eventos muy excitantes.

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